Salut i... paciència companys!
Paciencia porque esta semana os hago una JapiPropuesta de
una hora de duración, ¡toma ya!
Si me atrevo a hacérosla es con la esperanza de que a lo
mejor un día os resulte tan gratificante y útil como lo fue el pasado Martes
para mí: atrapado en un atasco en la Ronda de Dalt como en los buenos tiempos
de antes de la crisis, gracias a este audio, lo que iban a ser minutos de
nervios y mal humor, se convirtieron en sesenta minutos de sorpresas, lágrimas
de risa y...¡una lección de propina!
Aún a riesgo de que si lo hago, ninguno de vosotros le dé al
Play, os explico brevemente la de qué va el percal.
Se trata de una entrevista radiofónica realizada a Viktor Kossakovsky,
un cineasta ruso considerado como uno de los mejores documentalistas de la
actualidad. La entrevista (?), la realiza Javier Tolentino (el nombre ya
promete), director de El Séptimo Vicio, programa diario de cine de Radio 3. Si
os decidís a escuchar el programa, os animo a que lo hagáis desde el inicio
cuando son entrevistados Andrea Guzmán,
la directora del festival que ha motivado ese encuentro y Andrés Duque, un
joven director español. Pienso que esos 10 minutos son un buen punto de partida
para situarnos respecto a los temas que
se tratarán pero sobre todo, creo que son un buen ejemplo de la excesiva corrección
y el “nomojarsenunca” que caracterizan las entrevistas (?) de Don Tolentino.
Sucede que, por lo que intuyo, esta vez el periodista no había
hecho demasiado bien sus deberes: del cineasta de San Petersburgo, a mí me da que tan solo conoce el nombre y
alguna que otra cosa leída aquí y allá. Yo no sé si el señor Kossa se percata
de ello o no pero lo que me queda claro es que lleva su oficio en la sangre y
aunque en esta ocasión esté desprovisto de una cámara, desde el primer momento
en que abre la boca, se las ingenia para transmutarse de entrevistado en entrevistador y así brindarnos un brillante e
hilarante retrato del periodista.
Un periodista cuyo
estado de ánimo irá pasando paulatinamente de un simpático asombro inicial a un
cabreo más menos disimulado al final. Entre medio, Tolentino ira atravesando diferentes
grados de estupefacción y ensayando sin éxito diferentes estrategias para salir
airoso del berenjenal. Todo ello ante la sospecho que muy divertida y nada
asombrada mirada de la directora del certamen y del cineasta nacional, ellos
sí, buenos conocedores de la forma de ser y de actuar del ruso (¡sin el olvidar al brillante traductor!).
Si os propongo este
Japimondei, no es por echarnos unas risas a costa del periodista (aunque he de
reconocer que la idea me tienta bastante ya que con frecuencia me pone de los nervios que no emplee de una forma
diferente esta hora diaria de cine en la radio). Igual exagero o directamente,
“pixo fora de test”, pero lo que realmente me alucina es como esos 60 minutos de
aparente jijiji y jajaja (no exageraba antes cuando os decía que lloré de
risa) lejos de ser un frívolo ejercicio de provocación constituyen, o a mí así me lo parece, una lección magistral de qué es y cómo se debe hacer un buen documental.
O lo que es lo mismo, de cómo se puede y se
debe mirar el mundo.
Sin miedo a recurrir al tópico, genio y figura,
Viktor Kossakovsky: ¡una bestia parda la que se esconde detrás de esa carita de
oso de peluche!
.